Escrito por: Flor García, Directora Ejecutiva.
2023 es año de elecciones en Guatemala. El partido Movimiento Semilla resulta ganador de la presidencia y esto genera desconcierto y descontento en el actual gobierno, que, como la mayoría en el país, no vio venir este resultado. A través del Ministerio Público, se inicia una persecución penal en contra del partido y todo el proceso electoral. Las vías y recursos legales que distintos actores de la sociedad civil interponen para salvaguardar el proceso electoral resultan inútiles e ignorados. Sin muchas más opciones, la organización ciudadana, que ya había iniciado protestas, termina de consolidarse y encuentra un llamado común liderado por la organización comunitaria Indígena, 48 Cantones de Totonicapán. Comunidades en distintos territorios del país y barrios en las ciudades, incluyendo la capital, se suman a las protestas y bloqueos de calles y carreteras, exigiendo la renuncia de la Fiscal General.
En este momento nos puede servir entender liderazgo como la acción de tomar responsabilidad para cuidar un propósito, los valores vinculados al propósito y a las personas que ese propósito reúne. Quienes que hacen esto son percibidos naturalmente como líderes.
Los eventos actuales en Guatemala comprueban la hipótesis de la declaración anterior. Quienes lograron articular y comunicar un propósito que importa a todos, combatir la corrupción, fueron quienes lideraron la elección, contra todo pronóstico. Usando esa misma premisa para entender el liderazgo, la población ha rechazado masivamente el liderazgo estructural del gobierno, pues no cuida un propósito común, sino particular, y no refleja los valores que las personas sienten la necesidad de atender.
Otros movimientos han llegado, como los 48 Cantones, y en una forma concisa y clara han expresado el propósito y los valores que vienen de la escucha y participación de sus propias comunidades, por eso la población ve en ellos eso que necesitaba escuchar. Hoy, tal como lo mencionó un participante en un círculo de diálogo que recientemente sostuvimos, el liderazgo en el país no está en el gobierno. Puede tener el poder, pero son los líderes indígenas quienes hoy tienen autoridad y liderazgo ante la población.
Las lecciones de liderazgo que esta coyuntura nos presenta son enormes y aplicables a distintos contextos donde las personas se articulan, como los espacios laborales, la organización comunitaria, los grupos de jóvenes, la escuela, entre otros. Acá resumimos puntos esenciales:
No se puede liderar desde una perspectiva individualista. Se puede usar el poder, se puede dar órdenes, pero no se puede liderar. El ejercicio del poder que no se orienta hacia propósitos colectivos termina socavando la influencia de quien lo ejerce, y las personas dirigirán su atención hacia aquellos que actúen por el propósito común y los valores compartidos.
Un líder que no escucha, se queda solo. La trascendencia del diálogo y la disposición a participar en él con mente, corazón y voluntad abiertos son los únicos elementos que permiten a las personas y a los colectivos transitar tensiones en forma no violenta y restaurativa.
El liderazgo que inspira confianza es consistente en entender y atender las necesidades presentes, avanzando acuerdos en base a esas necesidades. En Circula iniciamos todos nuestros procesos preguntando: ¿Qué necesitamos para sentirnos seguros en este espacio? Escuchar y honrar la necesidad presente es intrínsecamente una acción de no violencia.
Honrar la palabra y los compromisos, o de lo contrario, perder la confianza de las personas y con ella cualquier atisbo de liderazgo que se haya podido tener.
Liderar atendiendo a la dignidad humana. El acto más poderoso que un líder puede hacer es demostrar que ve, reconoce y escucha a los otros, sobre todos a quienes lidera.
Reflexiono y veo la oportunidad de transformación que hoy tenemos gracias a los modelos de liderazgo ancestrales, que merecen el reconocimiento que hoy, por fin, les da la sociedad, y a mi mente vuelve la letra de una hermosa canción de Fernando Delgadillo.
Y si ellos miran hacia atrás de lo que les toca empezar
y nos hallan a nosotros que formamos un lugar
que un buen día nos marcharemos y tal vez podrán decir
grandes fueron los viajeros que cruzaron por aquí.
Hoy hace un Buen Día – Fernando Delgadillo
Escrito por: Flor García, Directora Ejecutiva.
Re Qasuut en Poqomchi’ significa Nuestro Círculo. Es el nombre un proyecto cuya semilla se sembró hace un par de años en Santa Catarina Pinula, cuando desarrollamos un programa de liderazgo para un grupo de mujeres que eran madres y comerciantes informales. Quisimos darle al programa un enfoque restaurativo y hacer del proceso una oportunidad de dignificación y sanación, con esto en mente diseñamos un libro ilustrado, que cada mujer iba completando, como un diario. El diario de una lideresa®
Fue un proceso transformador para ellas, ahora se reconocían a sí mismas como lideresas, descubriendo que todo lo que necesitan para liderar en su vida, su familia y su comunidad, estaba ya dentro de ellas. En la riqueza de sus propias historias y en la fuerza de su sororidad.
El diario de una lideresa® quedó allí, esperando para extender sus páginas, como alas que le llevarían hasta las montañas nubosas de San Cristóbal Verapaz, donde Dora Mirón y Lourdes Cal, dos mujeres extraordinarias, dedican su vida a la reivindicación de las mujeres que sufrieron las atrocidades del conflicto armado en Guatemala a través de su trabajo en Asociación Civil Verdad y Vida. Lourdes, quien es una lideresa Poqomchi’, también es egresada de los programas de Liderazgo, Prácticas y Justicia Restaurativa que ofrecemos en Circula.
A partir de ese vínculo, nos aliamos en un proyecto de Justicia Restaurativa con apoyo del FCAM para 180 lideresas de San Cristobal Verapaz. Así, El diario de una lideresa® se transformó en Re Quasuut y creció cuando agregamos, además de liderazgo, Practicas Restaurativas e introducción a Justicia Restaurativa. Todo en idioma Poqomchi’ gracias al apoyo de Lourdes con la traducción.
Un ejercicio de monitoreo que resultó ser un espejo:
Tras varios meses desarrollando el programa, acordamos una reunión formal de monitoreo con nuestras colegas de Verdad y Vida. Diseñamos un formato creativo y participativo para la reunión y cuatro miembras del equipo Circula, involucradas en el diseño, coordinación y ejecución del programa, nos dirigimos a la oficina de Verdad y Vida en el centro histórico de la ciudad de Guatemala. Juntas documentamos, celebramos los logros, exploramos los retos e indagamos acerca de diversos niveles de cambio y transformación.
Confirmamos que los avances son esperanzadores y el efecto del programa en las mujeres participantes es notable: están usando herramientas restaurativas para su organización comunitaria, están confiando más en ellas y honrando su voz. Nos emocionamos al hablar de los cambios evidentes y los sutiles.
Y luego pasó algo maravilloso. Las mujeres de ambas organizaciones empezamos a compartir cómo nos ha impactado la forma de llevar a cabo el proyecto juntas, la ética y sororidad de nuestra colaboración.
Habíamos estado hablando de 'las mujeres' del proyecto y ahora reconocíamos que nosotras también somos 'las mujeres' del proyecto. Hacemos juntas, desde el principio fundamental del enfoque restaurativo de hacer CON.
Nos vimos unas a otras y afirmamos que sí, que desde la ternura y el respeto se pueden gestar movimientos poderosos, que nuestras acciones son acciones políticas, que somos actoras de cambio y podemos trasformar realidades.
Estamos viviendo y compartiendo entre nosotras y con las 180 lideresas Poqomchi’ una experiencia de compromiso vivo con la memoria histórica, la verdad y la justicia. Nos honra saber que hemos aportado algo al camino de muchos años que Dora y Lourdes han abierto para la restauración del tejido social y que en el proceso de hacerlo todas hemos crecido.
Todas estamos poniendo el corazón en Re Qasuut, cuidando nuestros acuerdos, cuidado unas de otras y del espacio seguro de nuestra colaboración. Satisfechas y llenas de esperanza, sonreímos, y luego, nosotras, 'las mujeres' tomamos café y compartimos un pedazo de pastel.