En el primer día de trabajo del 2017 decidí iniciar de forma diferente. Tomé mi desayuno lentamente en una cafetería cerca de casa, conversé con alguien y mientras lo hacía y presté atención a los gestos, palabras y a la mirada.
El zumbido de mis viejos relojes internos pulsaba para iniciar la carrera de aprovechar el día en la forma más “productiva” que la mayoría de nosotros hemos aprendido y sumergirme de lleno en la lista de tareas y compromisos. Pero de nuevo tomé una pausa, respiré profundamente y decidí observar más cuidadosamente mi alrededor: los negocios que empezaban a abrir sus puertas, los trabajadores que se dirigen a su trabajo, las parejas de madres e hijos comiendo juntos aprovechando los últimos días de las vacaciones, el cielo y los sonidos.
Deseo sostener una palabra cerca de mi corazón en este año: Presencia.
Estar presente en la forma más completa posible. Y con esto recordaré que puedo permitir que mis dudas y temores se vean frente a frente con mis esperanzas y fortalezas.
Viendo partir un año de gran sufrimiento, tristeza y ansiedad en el mundo, quiero iniciar el nuevo aprendiendo a ser un mejor ser humano, acompañante y líder. No sólo actuando en solidaridad sino también tomando momentos para dejar que mis pies toquen el suelo. Para volver a la Presencia.
Aquí está mi deseo para todos nosotros: que la simple presencia llene nuestros días venideros. Que esta presencia sea compasiva – ofrecida amablemente a nosotros mismos y a otros. Para que podamos notar las oportunidades de ser nuestra mejor versión y que lideremos desde esa ya tan escasa capacidad humana de estar aquí y ahora.
¿Y tú, qué palabra sostienes cerca de tu corazón para 2017?